La salvaje represión de Maduro en Venezuela



PURGATORUM

Las criaturas y el Juicio Final


Declaración de Chapultepec. Una prensa libre es condición fundamental para que las sociedades resuelvan sus conflictos, promuevan el bienestar y protejan su libertad. No debe existir ninguna ley o acto de poder que coarte la libertad de expresión o de prensa, cualquiera sea el medio de comunicación.

Resultado de imagen de Declaración de ChapultepecSIP. Porque tenemos plena conciencia de esta realidad, la sentimos con profunda convicción y estamos firmemente comprometidos con la libertad, suscribimos esta Declaración, con los siguientes principios:

➨ No hay personas ni sociedades libres sin libertad de expresión y de prensa. El ejercicio de ésta no es una concesión de las autoridades; es un derecho inalienable del pueblo.

➨ Toda persona tiene el derecho a buscar y recibir información, expresar opiniones y divulgarlas libremente. Nadie puede restringir o negar estos derechos

➨ Las autoridades deben estar legalmente obligadas a poner a disposición de los ciudadanos, en forma oportuna y equitativa, la información generada por el sector público. No podrá obligarse a ningún periodista a revelar sus fuentes de información.

➨ El asesinato, el terrorismo, el secuestro, las presiones, la intimidación, la prisión injusta de los periodistas, la destrucción material de los medios de comunicación, la violencia de cualquier tipo y la impunidad de los agresores, coartan severamente la libertad de expresión y de prensa. Estos actos deben ser investigados con prontitud y sancionados con severidad.

➨ La censura previa, las restricciones a la circulación de los medios o a la divulgación de sus mensajes, la imposición arbitraria de información, la creación de obstáculos al libre flujo informativo y las limitaciones al libre ejercicio y movilización de los periodistas, se oponen directamente a la libertad de prensa.

➨ Los medios de comunicación y los periodistas no deben ser objeto de discriminaciones o favores en razón de lo que escriban o digan… Ampliar lectura.


No existe la Ideología de género, acaso se refieren a la orientación de género. Quizá sea la identidad de género, un concepto básico para una educación con valores, que hará de los niños más tolerantes, con menos prejuicios, y con mayores libertades para valorar al prójimo y a sí mismos. Tal como el propio Cristo, de estar entre nosotros, hubiese querido de todos quienes suelen llamarse hijos del padre.

LR. La homosexualidad no es ninguna patología. La Asociación Psiquiátrica Americana eliminó en 1973 la homosexualidad de su lista de desórdenes psicopatológicos.

Sexo es un término biológico definido por las características físicas externas e internas del cuerpo humano como los genitales, cromosomas sexuales.

En tanto que el género es la construcción de la identidad basada en lo cultural, social y mental de la persona.

En cuanto a la ideología de género, las ciencias sociales no la conciben. Lo que sí está en las ciencias sociales, es la orientación de género.

Adjudicar el término ideología a un concepto científico en realidad implica una distorsión que solamente proviene de concepciones fundamentalistas, religiosas o de intenciones políticas que tergiversan el verdadero sentido del término género", precisó la especialista… Ampliar lectura.


Figari ya era un psicópata y acosador en los sesenta, antes de fundar el Sodalicio.

El Ojo de Mordor. La fiscal María del Pilar Peralta Ramírez, de la 26ª fiscalía provincial de Lima, cuya incompetencia e indolencia son tan grandes como su credo religioso, tampoco se preocupó en hurgar sobre lo que hacía Figari antes de fundar el Sodalitium, algo que considero capital para comprender el fenómeno. De haberlo hecho, se habría topado con que el susodicho ya tenía la pulsión del predador. Existen testimonios, en Caretas, por ejemplo, que documentan que Figari, con el pretexto de preparar a adolescentes para ingresar a la universidad, se los llevaba a una suerte de “retiro académico” de dos meses a su casa en San Bartolo. Y ahí les obligaba a dormir en ropa interior, para luego despertarlos a medianoche, y se metía en la ducha para observarlos. Entre otras cosas, imaginarán. Entonces, si Figari ya era un psicópata y acosador en los sesenta, antes de fundar el Sodalicio, cuando lo hizo, en diciembre de 1971, ¿no lo creó pensando en formar una fachada religiosa para continuar abusando de menores de edad?... Ampliar lectura.


miércoles, 9 de noviembre de 2016

Negro ceniza

Esta desgracia [de Cantagallo], que en otros seres humanos moviliza instintivamente ese reflejo de solidaridad que nos permitió sobrevivir como especie, constituye simplemente un pretexto para que [otros] expresen prejuicios, xenofobia y racismo en su grado de elaboración más primitivo.

Las trapacerías de Luis Castañeda Lossio, el gran responsable de esta tragedia, al liquidar el proyecto que la anterior administración municipal tenía en marcha, de común acuerdo con los shipibo-conibo, para darles viviendas dignas, son encubiertas por el Congreso. Ya Becerril anunció que el fujimorismo se opone a investigar el incendio y el escándalo de la OAS. Algunos medios de comunicación, como Panamericana y su programa dominical estrella, no dicen una palabra del escándalo, y tratan el incendio de Cantagallo como una nota urbana más. Canal N tuvo la feliz idea de preguntar a sus espectadores la misma noche del incendio si creían que la administración Villarán había engañado a los shipibos.



Tragedia del pueblo shipibo-conibo en Cantagallo desata bajas pasiones pero sobretodo, una gran cadena de solidaridad


Escribe:
Nelson Manrique

El incendio desatado en la madrugada del viernes en Cantagallo, en el Rímac, que destruyó más de 400 viviendas y que ha dejado a cientos de familias shipibo-conibo en la calle, saca a la luz lo mejor y lo peor de nuestra sociedad.

Por una parte, es alentadora la movilización espontánea de miles de ciudadanos que llegaron a los puntos de acopio apresuradamente instalados para canalizar el apoyo material a los damnificados. No es la primera vez que este tipo de solidaridad debe suplir el apoyo que debiera brindar el Estado, y sobre todo la municipalidad de Lima, la gran responsable del desastre.

Por la parte negativa, está la reacción racista azuzada por gente como el periodista Phillip Butters, cuyas declaraciones en su programa en Radio Capital bien merecen un comentario: “Por muy shipibo-conibo que seas, tú no naciste en Lima ¿no es cierto? Tú has venido de otro lado acá. ¿A qué? Es como que vayan limeños allá a Ucayali. Yo no me puedo ir con un grupo de amigos y agarrarme, pues, un local en Ucayali o en Pucallpa”.

Butters parece olvidar que la Lima contemporánea es producto de la movilización de millones de migrantes provenientes del campo, de la sierra y la selva, que fue especialmente intensa en la segunda mitad del siglo pasado y que cambió el rostro de la vieja ciudad colonial, construyendo la Lima que hoy vivimos. Es un hecho macizo que la gran mayoría de los pobladores de Lima son migrantes, o sus descendientes (me incluyo, y sería bueno que Butters revise su árbol genealógico). También en su momento estos fueron objeto de discriminación, prejuicios y agresiones como los que menudean estos días en las redes sociales. Así, la demanda de solidaridad con los shipibo-conibo es recibida por expresiones como la siguiente, subida a Facebook: “Es la conchudez en grado extremo la gente de la selva es ociosa en gran mayoría y peor si es hombre”.

No hay ni el menor asomo de empatía en Butters ni en el autor de este post infame. Ninguna expresión de solidaridad con las víctimas de un incendio en el cual centenares de familias lo han perdido todo, que ha dejado a un niño con el 50% de su cuerpo quemado. Esta desgracia, que en otros seres humanos moviliza instintivamente ese reflejo de solidaridad que nos permitió sobrevivir como especie, no les dice nada. La desgracia de estas familias constituye simplemente un pretexto para que expresen prejuicios, xenofobia y racismo en su grado de elaboración más primitivo. Aparentemente Butters parece ignorar que Ucayali y Pucallpa, y todos los poblados amazónicos contemporáneos, son producto de la invasión de cientos de miles de colonos provenientes de la costa y la sierra, que despojaron de sus tierras a los pobladores originarios, entre los que se encuentran, por supuesto, los shipibo-conibo que él detesta. Si sigue esta pista probablemente podrá entender mejor por qué la gente abandona sus lugares de origen y migra hacia la capital.

El corresponsal de Facebook, por su parte, elabora esos estereotipos totalizadores que descalifican a otros seres humanos como grupo, con un par de fórmulas fáciles como proclamar que “la gente de la selva es ociosa en gran mayoría y peor si es hombre”. Más allá de lo elemental de semejante elaboración intelectual, parece increíble que alguien que maneja así el idioma pueda sentirse con derecho para descalificar a alguien. Detrás de este tipo de argumentos existe la no tan oculta convicción de que los pobladores amazónicos originarios no merecen tener los derechos que la Constitución reconoce a todos los ciudadanos peruanos. Son indígenas, y además amazónicos. ¿Cómo pueden pretender que los traten como a verdaderos peruanos? Esto es lo que nos dice el siguiente post: “Habilitaron carpas para damnificados de Cantagallo pero no quieren ir. ¿No están desesperados? ¿O quieren que los reubiquen en Miraflores?”.

Las trapacerías de Luis Castañeda Lossio, el gran responsable de esta tragedia, al liquidar el proyecto que la anterior administración municipal tenía en marcha, de común acuerdo con los shipibo-conibo, para darles viviendas dignas, son encubiertas por el Congreso. Ya Becerril anunció que el fujimorismo se opone a investigar el incendio y el escándalo de la OAS. Algunos medios de comunicación, como Panamericana y su programa dominical estrella, no dicen una palabra del escándalo, y tratan el incendio de Cantagallo como una nota urbana más. Canal N tuvo la feliz idea de preguntar a sus espectadores la misma noche del incendio si creían que la administración Villarán había engañado a los shipibos.

Es la hora de la calle.

Título original: "Un incendio", columna de 
noviembre 8 de 2016

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